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El día evaluado

Sin más, pondré la atención en mí y, cosa que resulta muy provechosa, revisaré mi jornada. Nos vuelve muy defectuosos el hecho de que nadie toma en consideración su vida; discurrimos sobre lo que hemos de hacer, y esto raras veces, pero no consideramos lo que hemos hecho; ahora bien, le previsión del futuro pende del pasado.

SÉNECA, Epístolas morales a Lucilio, 83.2


En una carta a su hermano mayor, Novato, Séneca describe un ejercicio beneficioso que tomó prestado de otro filósofo prominente. Al terminar el día, se planteaba estas preguntas, con variantes: ¿Qué mal esquivé hoy? ¿Mejoraré de algún modo? ¿Mis acciones fueron justas? ¿Cómo puedo mejorar?


Al empezar o terminar cada día, el estoico se sienta con su diario y repasa qué hizo, qué pensó, qué podría mejorar. Por esta razón las Meditaciones de Marco Aurelio son un libro en cierta medida indescifrable por que lo escribió para adquirir claridad personal, no beneficio público. Escribir ejercicios estoicos era y sigue siendo una forma de practicarlos, de la misma manera que lo es repetir una oración o un himno.


Lleva un diario, ya sea en una computadora o en una libreta. Tómate tiempo para recordar deliberadamente los sucesos del día anterior. Muéstrate riguroso en tus valoraciones. Date cuenta de qué contribuyó a tu felicidad y qué le restó. Anota qué aspectos te gustaría trabajar o citas que te gusten. Al esforzarse por registrar esas ideas, es menos factible que se te olviden. Un punto adicional: también llevarás cuenta de tu progreso.



Holiday, R. y Hanselman, S. (2017) Estoicismo cotidiano, Océano.

22 de Enero

Claridad


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